«Creo que el motivo de que Sweeney Todd haya aguantado el paso del tiempo durante 150 años se debe realmente a que es una buena historia…
una historia muy emocionante. Es una historia sobre la venganza y sobre cómo esa venganza se devora a sí misma». Son palabras de
quien añade que, «en ese sentido, es una tragedia en la clásica tradición sobre alguien que quiere vengarse y termina destruyéndose a sí mismo».
Con Sweeney Todd, Sondheim logró uno de los musicales más famosos de Broadway y, sin duda, el más sangriento de todos.
Un musical que parecía predestinado a que algún día fuera llevado a la pantalla por un director tan personal como Tim Burton.
La historia del diabólico barbero que degollaba a sus víctimas en el Londres de finales del siglo XVIII es una especie de leyenda urbana
que ha llegado a nuestros días después de que un escritor llamado Thomas Peckett Prest publicara en 1948 un relato titulado The String Of Pearls: A Romance.
Narraba cómo el maléfico barbero degollaba a sus clientes, los cuales caían por una trampilla al piso de abajo y su carne triturada servía de relleno para las empanadas
que preparaba y vendía su cómplice Nellie Lovett.
Aquel relato de Thomas Peckett Prest tuvo al poco tiempo su versión teatral, titulada The Demon Barber of Fleet Street. Y en 1973,
el dramaturgo británico Christopher Bond escribió Sweeney Todd, introduciendo en la historia la trama paralela de la venganza que mueve a al barbero contra el juez
que lo mandó encarcelar.
Stephen Sondheim se basó en esta obra de Bond para componer el musical con libreto de Hugh Wheeler, que se estrenó en Broadway el 1 de marzo de 1979,
con Len Cariou y Angela Lansbury en los papeles principales. Por su originalidad fue un éxito inmediato. Ganó ocho premios Tony, el de mejor musical incluido,
y un Grammy.
Naturalmente, no son los únicos premios de Stephen Sondheim, considerado uno de los más grandes compositores y letristas de musicales del siglo XX.
Este neoyorquino nació en 1930 y se inició en el mundo de la música de la mano de Oscar Hammerstein II, que era el padre de un compañero de su amigo Jimmy.
Además de obtener premios por Sweeney Todd, Sondheim ganó el Tony por la mejor partitura musical de Passion, Into the Woods, A Little Night Music, Follies y Company.
Todas obtuvieron también el premio Drama Critics Circle de Nueva York, al igual que Pacific Overtures y Sunday in the Park with George.
Esta última recibió además el premio Pulitzer de teatro en 1985.
La película
La idea de llevar a la pantalla este famoso musical ya la tenía en la cabeza Tim Burton desde hace unos cuantos años.
Vio la obra en Londres cuando estudiaba en la capital británica y, a pesar de no declararse un gran fan de los musicales, reconoce que Sweeney Todd le encantó.
«Yo no sabía nada sobre Stephen Sondheim -declara-. El cartel molaba mucho, era bastante interesante. Es como una película de terror antigua,
pero la música es una yuxtaposición muy atractiva. Es muy bonita, mientras que las imágenes son como una vieja película de terror.
También fue muy interesante ver algo tan sangriento sobre el escenario. Fui a verla dos veces porque me gustó muchísimo».
Tim Burton es el director ideal para una historia como ésta. En esto está también de acuerdo el productor del film, Richard D. Zanuck,
quien destaca que hay una gran afinidad entre el contenido, el estilo y la sensibilidad de Burton. «Es un estilista pero, en el fondo,
es un dramaturgo que solo quiere contar una sencilla y humana historia de amor. Tim Burton ha nacido para dirigir la película de Sweeney Todd».
En cuanto al reparto, el director californiano ha depositado su confianza en su actor y actriz «fetiches» -además de otras cosas en el caso de ella-.
Tal vez el primer problema era que ninguno de los dos es cantante. Además, por contrato, era necesario que Stephen Sondheim diera el visto bueno al reparto.
Timothy Spall, que encarna al alguacil Bamford dice que «tener que cantar delante de Sondheim fue como tener que interpretar Hamlet delante de Shakespeare».
Sin embargo, el compositor opinó preferir a actores que canten antes que cantantes que actúen, porque no siempre hace que mejore la música,
pero sí hace realzar la historia, y creo que eso es lo importante». De hecho, de los nueve personajes principales,
solamente la mujer pordiosera está interpretada por una cantante profesional. Es Laura Michelle Kelly,
que ha intervenido en musicales como Mamma Mia, Mary Poppins o el de El señor de los anillos, donde ha encarnado a Galadriel.
Johnny Depp había sido en su día guitarrista de un grupo llamado The Kids, pero se limitaba a hacer coros en los estribillos.
Nunca se había dedicado en serio a cantar. Lo que hizo fue meterse con un amigo de su época rockera en un estudio de grabación y probarse a sí mismo.
Grabó precisamente uno de los highlights, «My Friends». El resultado -aunque habrá puristas que opinen lo contrario-
fue lo suficientemente satisfactorio como para decidirse a meterse en la piel y la garganta de Sweeney Todd. Burton,
los productores y el propio Sondheim le dieron el visto bueno, evidentemente. La verdad es que Depp hace un papelón y su actuación es sobresaliente
incluso en su vertiente musical. Se nota que no es un cantante profesional, su interpretación tiende hacia un estilo más rockero,
pero su voz emana la emotividad que el personaje necesita.
En el caso de Helena Bonham-Carter -enamorada de este musical y de su personaje desde que era adolescente-,
dedicó tres meses a clases de canto -también de cocina para poder demostrar que sabía hacer empanadas de carne- para acometer el papel de Miss Lovett,
con canciones realmente complejas y difíciles, en especial la canción que la define «The Worst Pies in London».
El resultado vocal no es tan bueno como en el caso de Johnny Depp, pero se le puede dar el aprobado. Eso sí, en cuanto a actuación,
Helena Bonham-Carter está impecable.
Tampoco habían cantado casi nunca Alan Rickman, Sacha Baron Cohen ni Timothy Spall; mientras que en los casos de la romántica pareja juvenil
formada por Jamie Campbell Bower (Anthony) y Jayne Wisener (Johanna), fueron reclutados entre estudiantes de arte dramático y se nota que,
a pesar de ser debutantes, saben cantar. Lo mismo se puede decir del más pequeño, Ed Sanders, que interpreta a Toby,
y que se ha hecho con los premios de las asociaciones de críticos de Los Angeles y Phoenix en categorías de actor joven.
La música
Sondheim se declara un devoto de Bernard Herrmann y recuerda que quedó impactado
por su estilo compositivo cuando de adolescente vio en el cine Concierto macabro (Hangover Square). Ya desde entonces «pensé que sería muy divertido asustar al público
y poder hacerlo, si es posible, mientras la gente está cantando». El «Opening Title» ya pone de manifiesto ese estilo y ese propósito de asustar,
aunque es una introducción instrumental que apenas se esbozaba en la versión original para Broadway.
Para la película se ha tenido que adaptar buena parte de la partitura, pues el montaje teatral dura tres horas y la película se queda en dos.
Se han eliminado canciones, se ha reducido la duración de unas cuantas y se han rehecho en gran medida los pasajes instrumentales entre canciones,
algo que supervisó el propio Sondheim y en lo que estuvieron volcados compositores como Alex Heffes y Julian Kershaw.
Una de las canciones eliminadas es «The Ballad of Sweeney Todd» , que en el musical de Broadway se interpreta en varias ocasiones
y que sirve de introducción a la historia. No obstante, el estribillo de esa balada conforma la fanfarria terrorífica que suena en el momento
en que se sobreimpresiona el título de la película .
«Epiphany», en la que Sweeney Todd extiende su odio a toda la humanidad, sin excepción,
es otro de los momentos musicales culminantes . También el dúo de Depp y Rickman en «Pretty Women»,
mientras el juez está sentado en el sillón del barbero. Y todo el desarrollo de la «Final Scene» es antológico.
Además, también están conseguidos algunos de los temas de carácter más cómico, desde «The Worst Pies in London», que canta Helena Bonham-Carter,
hasta las canciones-anuncio a cargo de Toby para vender crecepelo -«Pirelli’s Miracle Elixir» ,
con memorable presentación del personaje de Baron Cohen- o empanadas -«God That’s Good»-, sin olvidar una de las más divertidas por su letra, «A Little Priest»,
el vals en el que la pareja protagonista dialoga sobre las ventajas e inconvenientes que pueden tener como materia prima para empanadas los distintos tipos de personas,
sean curas, poetas, políticos o abogados.
Por todo lo dicho, Sweeney Todd tenía que llevarse al cine y nadie mejor que Tim Burton para plasmar la esencia de esta terrorífica historia
combinando fantasía y realismo -sin bailes ni nada similar-. El resultado global es sobresaliente y la música de Sondheim brilla y crea adicción,
por lo que se hace imprescindible en la discografía de cualquier aficionado -los amantes del musical seguro que la tienen desde hace años- al cine en general.